Los contactos se aplican en convergencia entre el coracoide y la clavícula, en proyección de las inserciones ligamentosas. En la práctica, una presión sobre la parte inferior del coracoide dirigida hacia arriba, en cambio, ejercerá presión sobre el ligamento conoide. Una presión, dirigida hacia arriba y ligeramente hacia afuera, se dirigirá más selectivamente al ligamento trapezoidal.
Es posible combinar esta prueba con el test de diástasis acromioclavicular[1] añadiendo un apoyo en el ángulo posterior del acromion.
Además, algunos autores hablan de los engrosamientos de la fascia clavipectoral como «ligamentos» coracoclaviculares mediales y laterales[2]. La banda fascial coracoclavicular medial, más o menos desarrollada y palpable según la persona, puede justificar extender el test de compresión a la parte media de la clavícula.
4) El ligamento coracoidal
Acabemos con la radiación del ligamento coracoidal.
Rellenando el espacio del intervalo de los rotadores, este ligamento se inserta en la vertiente superlateral del coracoides y se orienta horizontalmente hacia la cabeza humeral. Un haz se dirige hacia el tubérculo mayor de la cabeza humeral, el otro hacia el tubérculo menor, atando la parte tendinosa de la porción larga a lo largo del músculo bíceps brachial[3]. En aras de la exhaustividad, cabe señalar la existencia de un haz profundo: el ligamento coracoglenoideo, que se extiende desde la parte posterior del borde lateral del coracoide hasta el reborde glenoideo de la escápula.
También conocido como ligamento suspensor del hombro[4], la denominación es desde el principio prometedora para encontrar posibles lesiones en estiramiento. Sin embargo, en la práctica, la tensión en compresión del ligamento a través del coracoide presenta ciertas dificultades técnicas.
La tensión del ligamento a través de la base media de la espina de la escápula hacia el troquín y el troquíter es más relevante. El test de convergencia corresponde entonces a una especificidad del test de compresión de la articulación glenohumeral[5].
[1] Se enseña en Práctica EMO2
[2] Desde la parte superior del coracoide, la expansión fascial medial termina en el borde anterior del surco del músculo subclavio. La expansión lateral termina, por el contrario, entre las inserciones claviculares de los ligamentos trapezoidal y conoide.
[3] El espacio rellenado por estos dos haces corresponde al intervalo de los rotadores, zona de debilidad de la articulación glenohumeral y polea de reflexión del tendón del largo bíceps, que conviene saber tratar en osteopatía: se enseña en Práctica EMO temática Hombro.
[4] «La influencia estabilizadora de los elementos horizontales activos y pasivos encuentra su explicación en la orientación de la cavidad glenoidal, cuya pendiente provoca la tensión automática de los ligamentos anterosuperiores». Biomecánica del hombro, de la teoría a la clínica, P. Blaimont et A. Taheri, Springer p108
[5] Se enseña en Práctica EMO2