EL CRÁNEO DE LA ULNA: Una lesión osteopática somatoemocional particular

Clínica Publicado el 30 jun 2022

El olécranon es el extremo proximal del hueso ulna[1]. El origen de la palabra proviene del griego ωλέκρανον (corrella) que significa «extremo del codo» o «cráneo de la ulna».

El olécranon tiene la singularidad de ser la posible sede de una lesión intraósea muy característica, pero sin embargo, totalmente ignorada por la literatura médica u osteopática. Nuestra experiencia clínica[2] muestra que la corrección específica de esta lesión[3], a menudo, trae consigo una clara mejora de los estados de ansiedad y/o depresivos que nos encontramos regularmente en nuestras consultas.

 

[1] En Francia, el hueso del antebrazo que solíamos llamar cubito ha cambiado de nombre desde 1998 y ahora responde al nombre de ulna. Ulna significa «antebrazo» en latín; y cubito significa «codo». De paso, en la lengua francesa, este hueso ha cambiado de sexo: cubitus era masculino, ulna es femenino.

[2] Más de 20 años de práctica y miles de pacientes tratados.

[3] Cuando está presente; como siempre en osteopatía, es necesario que el diagnóstico de la lesión esté claramente establecido (test positivo) para que el tratamiento sea eficaz.

 

Una estructura anatómica particular

Al nacer, la epífisis proximal del codo es todavía cartilaginosa y el núcleo de osificación secundario del olécranon no aparece hasta la edad media de 9 años.

La superficie articular del olécranon tiene la originalidad de presentar una zona central sin cartílago llamada bare área. No hay explicación para esta peculiaridad anatómica.


La cara dorsal del olécranon, que forma una convexidad con una angulación marcada, merece una descripción atenta.

Se puede notar de arriba abajo :

- el pico del olecráneo

- la zona de inserción del tendón del tríceps braquial que se fusiona, a través de fibras de Sharpey, con el periostio, ofreciendo un aspecto desigual y un poco áspero.

- la punta del olécranon, más o menos prominente según los individuos.

- la parte posterior del olécranon, ligeramente abombada y con una superficie lisa.

Esta punta, aunque a veces muy marcada, no se describe expresamente en la literatura anatómica. Parece corresponder al punto más distal del núcleo olecraneal y marca la angulación entre la superficie horizontal de la zona de inserción del tríceps braquial y la zona lisa vertical subyacente.

Cuando el codo está en flexión, la punta del olécranon forma con los dos condilos medial y lateral un triángulo isósceles de punta inferior (triángulo de Nelatón).

Cuando el codo está en extensión, los dos condilos y la punta del olécranon están en el mismo plano horizontal (línea de Malgaigne).

Triángulo de Nelatón y línea de Malgaigne

 

¿Una lesión osteopática intrigante?

Desde hace más de 20 años, nos interpela diariamente la presencia, en la palpación del olécranon, de una punta muy dura y saliente en algunos pacientes o, por el contrario, flexible y contundente en otros.

Olécranon pointu et Cubitus (personaje de cómic franco-belga creado por Dupa)

 

Cuando esta punta del olecráneo se manifiesta como resistente al test de presión[1], consideramos entonces que se trata de una lesión osteopática del olecráneo que nombramos Lesión Intraósea de la Punta del Olécranon (LIPO) para diferenciarla bien de una lesión osteoarticular o de un hygroma del codo[2].

 

Al igual que todas las lesiones osteopáticas intraóseas, esta LIPO puede corregirse mediante la técnica del Recoil[3]. La estructura anatómica recupera inmediatamente un aspecto más flexible y el aspecto saliente de la punta se atenúa.

 

[1] Realizado codo flexionado (triángulo de Nelatón) con presión en el eje del húmero

[2] Inflamación con derrame sinovial de la bolsa serosa que cubre la parte posterior del codo.

[3] ver artículo Diagnóstico y tratamiento de la lesión osteopática segun el enfoque del EMO 

 

Test en presión del olecráneo

Esta lesión específica del olécranon es intrigante por varias razones :

 

1. Aunque las fracturas del olécranon son frecuentes[1], los traumatismos que pueden impactar el olécranon no parecen estar implicados en la aparición de una LIPO[2].

2. La LIPO puede aparecer tanto en los bebés con el olécranon completamente cartilaginoso como en los adultos.

3. Una LIPO es siempre silenciosa: no hay dolor espontáneo del codo ni sensibilidad a la presión. Esta última característica diferencia bien una LIPO de una lesión osteoarticular con una mecanosensibilidad a la presión.

4. La LIPO, aunque totalmente ignorada[3], es una lesión osteopática frecuente. La encontramos en muchos pacientes, con una mayor prevalencia en mujeres[4].

5. La LIPO parece una lesión somatoemocional. La mayoría de los pacientes con LIPO son de tipo ansioso y/o depresivo[5]. Básicamente, son personas siempre a la defensiva[6].

6. El tratamiento específico de una LIPO con la técnica Recoil suele ir acompañado de una clara mejora del estado psicológico del paciente.

7. A diferencia de otros enfoques somatoemocionales que buscan revivir emociones o situaciones de estrés experimentadas por el paciente, el tratamiento con LIPO actúa sin ruido, a nivel del inconsciente psicocorporal. Por otra parte, y con bastante frecuencia, se puede observar, inmediatamente después del Recoil, un suspiro espontáneo o una discreta reacción neurovegetativa (sudoración, borborismos que testimonian una real reacción /relajación)[7].

8. La actitud abierta del terapeuta, si percibe el terreno ansioso y/o depresivo subyacente a la lesión, puede también invitar al paciente a verbalizar su malestar. En este caso, poner palabras sobre una problemática permite conectar mejor la disfunción somática con el estado emocional y potenciar la eficacia del tratamiento osteopático[8].

9. Se puede observar que una LIPO derecha o izquierda se encuentra a menudo (y del mismo lado) en diferentes miembros de una misma familia. ¿Se puede hablar de lesión osteopática hereditaria o «transgeneracional»? La pregunta sigue estando ahi...

10. La LIPO es a menudo una lesión «constitutiva»[9] que tiende de buen grado a reactivarse en las vicisitudes de la vida. El Recoil permite reducir al silencio la lesión y calmar un estado emocional perturbado, pero no modifica fundamentalmente el temperamento de la persona.

 

[1] Una frecuencia estimada de aproximadamente el 5% de todas las fracturas.

[2] Durante el interrogatorio, cada vez que encontramos una fijación en la punta del olecraneal, el paciente generalmente no nos cuenta ningún historial de choque o caída en el codo.

[3] Esta lesión particular es tanto más ignorada cuanto que no entra en el registro de las disfunciones articulares. Solo un test preciso puede hacer el diagnóstico.

[4] Aproximadamente 2/3 mujeres por 1/3 hombres

[5] El terreno deprimido se expresará más bien por una LIPO en el codo izquierdo y en el codo derecho para el terreno ansioso. Esta lateralidad no es una regla absoluta, sobre todo porque la ansiedad y la depresión se asocian a menudo en muchas personas.

[6] En las artes marciales, la punta del codo constituye la última línea de defensa para protegerse de un ataque.

[7] La normalización de una LIPO, aunque efectiva, muy raramente va acompañada de reacciones emocionales fuertes (temblores, llantos, gritos).

[8] No se trata aquí de interpretar «las palabras y los males» del paciente, sino, por el contrario, de saber diferenciar bien el tratamiento osteopático de una escucha psicológica. Si el osteópata lo considera necesario, debe orientar a su paciente hacia un psicólogo o psicoanalista. En cualquier caso, la experiencia demuestra que el gesto osteopático, al levantar ciertas barreras somatoemocionales, acompaña siempre favorablemente la atención psicológica y/o médica.

[9] Una lesión estructural que forma parte del terreno de la persona.   Una LIPO no desaparece por completo, sino que pasa, tras la reducción por el Recoil, de un estado activo a un estado pasivo, es decir, una fijación moderada que indica un estado de equilibrio satisfactorio para el paciente.

 

Cubitos que contemplan una lesión primaria del olécranon con deleite

 

Algunos casos clínicos a modo de conclusión

Para ilustrar el potencial terapéutico del tratamiento osteopático de una LIPO, he aquí algunos casos clínicos bastante espectaculares.

 

1- Los padres traen a un bebé de unos 6 meses que llora y grita todas las noches sin razón aparente y durante más de dos horas. Nada lo calma realmente y los padres están extenuados. El examen osteopático muestra una LIPO primaria en el lado derecho. Después del tratamiento, para sorpresa de los padres, el bebé deja de llorar inmediatamente[1] y definitivamente. El ajuste funcionó aquí como un botón On/Off.

 

2- Una niña de tres años se niega a ser examinada por el osteópata. Se mueve mucho sobre la mesa y, después de 15 minutos, la madre y el terapeuta prevén de común acuerdo interrumpir la consulta. En un último intento, el osteópata consigue agarrar por un instante el codo derecho de la niña y, percibiendo una LIPO, realiza un Recoil. Al instante, el niño deja de gesticular y, para sorpresa de la madre, se deja examinar sin moverse. La continuación de la consulta se desarrolla en un clima pacífico, con una perfecta cooperación de la niña.

 

3- Un paciente de unos 60 años presenta una lipo en su codo derecho. Al preguntarle si a veces se siente deprimido, él confiesa pensamientos de suicidio que vuelven regularmente. Después del tratamiento osteopático, todas sus ideas suicidas desaparecieron.


 

4- Una mujer de unos 40 años que, sin embargo, presenta una LIPO primaria en el lado derecho nos dice que tiene un carácter siempre alegre y optimista. Intrigado por esta aparente contradicción entre una LIPO marcada y la evidente ausencia de signos de ansiedad o depresión, le preguntamos: ¿a veces llora? En ese momento, una pequeña lágrima sube a su ojo y ella nos confiesa llorar cada vez que ve una película, ¡incluso cuando la historia no es realmente triste! Después del tratamiento de esta LIPO, la paciente nos vuelve y nos cuenta que cada vez llora menos viendo películas, para gran alivio de su marido que ya no quería ir al cine con ella.

 

5- Una mujer de unos 60 años presenta a la consulta una LIPO izquierda primaria. En cuanto a si estaba pasando por momentos emocionalmente difíciles, responde que perdió a su padre hace un mes, y que por supuesto siente un gran vacío y una profunda tristeza. Cabe señalar que en la sesión anterior, unos meses antes, esta lesión era sólo secundaria.

Dos días más tarde, otra paciente de unos treinta años consulta por primera vez con una LIPO izquierda primaria. Con la misma pregunta de si se sentía en un período frágil emocionalmente, responde que perdió a su abuelo, a quien amaba mucho, el mes pasado.

Era la hija de la primera paciente... ¡pero no tenían el mismo nombre!


 

Estos pocos ejemplos significativos[2], y habría muchos otros para contar, claramente ponen de relieve la naturaleza somatoemocional de una LIPO.

 

[1] ¡En la misma tarde!

[2] Porque la corrección específica de una LIPO ha constituido aquí la esencia del tratamiento osteopático.

 

La frecuencia de esta lesión, a la vez silenciosa y muy elocuente cuando se diagnostica, nos invita a probar sistemáticamente la punta del olécranon en nuestro examen osteopático, incluso en ausencia de sintomas. Sabiendo que cuando el test da positivo[1], el tratamiento con Recoil proporciona a la persona un equilibrio psicológico más estable y una mejor gestión del estrés.  

 

[1] Como siempre en osteopatía, el test del olécranon debe ser positivo para justificar el tratamiento. ¡No todas las personas ansiosas o deprimidas tienen LIPO!

No obstante, no hay que olvidar que el tratamiento osteopático, salvo casos excepcionales, no puede reducirse al tratamiento de una LIPO, sino que debe inscribirse siempre en el marco de la lesión total, es decir, el conjunto de las lesiones presentadas por el paciente[1].

 

[1] Otras lesiones como el diafragma, las protuberancias frontales, la laringe, el plexo cardíaco y solar, algunos puntos clave del nervio cubital, etc.,  son a menudo de naturaleza somatoemocional y deben tenerse en cuenta como tales. De hecho, cualquier disfunción puede ocultar un factor psicológico porque la mayoría de las lesiones traumáticas, estrés físico y estrés emocional están íntimamente relacionadas. De ahí el interés de que el paciente «cuente su historia» durante el tratamiento y no durante el interrogatorio.

Además, el hecho de que éste hable de sus problemas o sólo los piense sin verbalizarlos en el momento del Recoil, también forma parte de las técnicas somatoemocionales del Enlace Mecánico Osteopático.

 

 

 

Eric Prat DO