Si bien la integración del encéfalo en el examen y el tratamiento osteopático ofrece indudablemente nuevas y prometedoras perspectivas, parece todavía difícil para muchos colegas imaginar poder «tocar» el cerebro para detectar y corregir eventuales «disociaciones somáticas».
Para abordar el cerebro, hay dos puntos importantes a considerar.
1. La naturaleza de la lesión osteopática cerebral.
La lesión osteopática (latín: laesus, de laedere: herir) tal como la consideramos es una verdadera herida[1]que altera el tejido conectivo[2]. Esta lesión se instala según el proceso fisiopatológico de la inflamación (fase aguda) y de la fibrosis (fase crónica) y se caracteriza por una pérdida de elasticidad del tejido afectado.
El sistema nervioso periférico no cicatriza propiamente como el tejido conectivo, pero puede repararse[3]. La fijación de un nervio periférico que se siente bajo el dedo se asienta sobre el tejido conectivo[4] no sobre el tejido neural en sí.
A diferencia de un nervio periférico, el sistema nervioso central cuando está dañado, se regenera poco o nada ya que la inflamación local va acompañada de una proliferación de astrocitos que se agrandan y se pegan para formar una cicatriz glial sólida y compacta. Por tanto, la lesión osteopática puede manifestarse en forma inflamatoria (percepción de una zona de plenitud, caliente, irradiante) o en forma de gliosis (percepción de una zona de vacío, fría, congelada).
Según nuestra experiencia, parecería que las fijaciones somatoemocionales (estrés psicológico) se traducen más bien en una zona de plenitud mientras que las lesiones cerebrales (secuelas de accidente vascular, patologías neurológicas degenerativas) se perciben generalmente a mano como una zona de vacío[5].
Recordemos que el cerebro es, por naturaleza, insensible. Por tanto, no es posible, a diferencia de una fijación craneal, basarse en la palpación de una posible zona sensible o dolorosa para confirmar el diagnóstico de una lesión osteopática del encéfalo.
2. La situación anatómica del cerebro.
Parece difícil alcanzar el encéfalo que está encerrado en la caja craneal, envuelto por las membranas de tensión recíproca y sumergido en el líquido cefalorraquídeo. También sabemos que el cerebro es de consistencia flácida, como una mezcla de gelatina y grasa, por lo que incluso una palpación directa para apreciar su elasticidad sería poco elocuente.
Para aprehender[6] el cerebro, hay que pasar de hecho a un nivel de palpación diferente: una palpación sutil, «vibratoria», que aprecia más la actividad electromagnética de una zona cerebral que su supuesta pérdida de elasticidad. La percepción vibratoria no es una «escucha craneal», sino un contacto directo con la intención precisa de evaluar las zonas de perturbación del cerebro. La dificultad del tacto reside en el hecho de que hay que permanecer en la superficie con una mano ligera, transparente, para poder entrar en contacto con el cerebro. No se trata de apilar tejidos, sino de atravesar la cavidad craneal por proyección mental.
Este enfoque requiere un conocimiento de la anatomía y una buena visualización del cerebro en tres dimensiones. Cada estructura cerebral se probará analíticamente en 3 planos alrededor de 3 ejes con el mismo tacto ligero que en el test de balanza inhibitoria.
Para el tratamiento de la fijación cerebral, el recoil es una técnica ideal, ya que la vibración generada por el impulso del gesto puede atravesar la caja craneal y llegar al cerebro. Al igual que con la prueba, la tensión del recoil tiene que ser, paradójicamente, ligera para poder proyectarse en profundidad hacia la zona objetivo.
[1] El término lesión osteopática (alteración del tejido) es mucho más exacto que el de disfunción somática porque el diagnóstico palpatorio debe referirse a la causa estructural de la enfermedad (la lesión) y no a las posibles consecuencias (las disfunciones) que puedan resultar de ello.
[2] El tejido conectivo en sentido amplio, es decir, todos los tejidos derivados del mesoblasto: huesos, fascias, aponeurosis, músculos y tendones, vasos sanguíneos, etc.
[3] Formar nuevos axones y sinapsis, regenerar sus vainas de mielina o incluso fabricar nuevas neuronas.
[4] Las diferentes envolturas que envuelven las fibras nerviosas.
[5] Esto no quiere decir que, por el contrario, todas las zonas que se perciben como en plenitud sean siempre el reflejo de una perturbación emocional.
[6] En sentido literal y figurado (latin : apprehendere «tomar, agarrar, atrapar»).