DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE LA LESIÓN OSTEOPÁTICA SEGÚN EL ENFOQUE DEL EMO

Concepto Publicado el 30 oct 2021

UNA ALQUIMIA DE TRES INGREDIENTES

Con el Enlace Mecánico Osteopático, existe un protocolo de examen bien definido para establecer el diagnóstico preciso de las lesiones osteopáticas a tratar[1]. Es decir, el tratamiento se basa en el diagnóstico osteopático, que se basa en el examen palpatorio del paciente. La fórmula Stiliana, «encuentra, trata y deja hacer», implica un requisito previo: ¡buscad! Antes de hablar de un método osteopático de diagnóstico y tratamiento, es necesario definir bien lo que se busca...

 

 

[1] Pero no hay protocolo de tratamiento que se base en la " queja " o la " etiqueta " médica del paciente.

 

Disfunción somática o lesión osteopática

El término disfunción somática fue oficialmente reemplazado en 1968 por lesión osteopática. Para evitar cualquier ambigüedad con una afectación orgánica en el sentido convencional de la palabra, las instancias médicas de la época[1] abandonaron el término de lesión osteopática por el de disfunción somática.
Los criterios diagnósticos de la disfunción somática[2] han contentado tanto a los Médicos, garantes de una medicina oficial, como a los Doctors in Osteopathy, defensores de una osteopatía funcional. Como resultado de esta concesión semántica, sin embargo aparentemente anodina, la osteopatía se interesó más por la disfunción misma que por la causa estructural del problema (la lesión).
Para encontrar la esencia de la medicina osteopática que tiene la vocación de tratar la estructura lesionada para restaurar la función (y no la inversa), hay que volver al sentido primero y exacto del término lesión osteopática.

 

La lesión osteopática (latín: laesus, de laedere: herir), como lo entendieron perfectamente los primeros osteópatas[3], es una herida que altera el tejido conectivo. Se instala según el proceso fisiopatológico de la inflamación (fase aguda) y de la fibrosis (fase crónica). Imprime en la estructura una cicatriz tisular palpable y por lo tanto manualmente diagnosticable.
Cualquier lesión osteopática puede provocar una serie de disfunciones locales o a distancia, pero no debe confundirse la disfunción (la consecuencia) con la lesión (la causa).
El término lesión osteopática corresponde a una realidad tisular objetiva y por eso preferimos claramente utilizar esta palabra (la lesión osteopática) en lugar de su sustituto (la disfunción somática).

 

 

[1] En particular, el Comité de Asistencia del Hospital de la Academia de Osteopatía Aplicada presidida por Ira Rumney, DO. (Rumney I., 1969)

[2] Que se resume en el acrónimo TART  (Tissue texture change - Asymetry - Restriction of motion – Tenderness).

[3] A textbook of the Principles of Osteopathy, G. D. Hulett,, Journal printing company Kirksville MO, 1903

Versión española: Manual de principios de la osteopatía, G. D. Hulett, Ed. Sully, 2011

 

Características de la lesión osteopática

Los dos criterios diagnósticos que permiten evidenciar una lesión osteopática son:
- pérdida de elasticidad de los tejidos con cambio en la flexibilidad del punto de lesión.
- un aumento de la reactividad de los tejidos con una respuesta reflejo y, en la mayoría de los casos, una mayor mecanosensibilidad del punto en lesión.

 

La elasticidad de los tejidos
La pérdida de flexibilidad del tejido conectivo disminuye la capacidad de adaptación del organismo[1].
Todos los tejidos conectivos de origen mesodermico pueden verse afectados: bloqueo articular, rigidez ósea, tensión o distensión ligamentaria, contractura muscular, espasmo visceral, fijación vascular o neural, etc.
Hay que tener cuidado de no confundir, como sucede a veces, rigidez con densidad. La densidad es una característica física de cada estructura. El aumento de la densidad de ciertas partes del cuerpo no indica una lesión osteopática. Ejemplos:
- se puede encontrar rigidez en la prueba de compresión del cuello femoral (lesión osteopática de una línea de fuerza intraósea) en un paciente osteoporótico de edad avanzada (menor densidad o sea),
- la lesión osteopática de un tejido blando (víscera, arteria) puede presentar una resistencia más marcada en el test en tensión que la de un tejido sin embargo más denso (hueso, articulación),
- algunas zonas del cráneo son naturalmente más densas (líneas de tensión) mientras que otras lo son menos. Esto no significa que estén sufriendo una lesión osteopática

 

La reactividad de los tejidos
Cualquier lesión tisular afecta[2] al sistema nervioso y genera una perturbación neurológica motriz, sensitiva, sensorial y/o neurovegetativa. Esta excitabilidad neurológica conduce a un reflejo defensivo de los tejidos que para una mano ejercitada se percibe bien con el test de tensión. Dependiendo del grado de «susceptibilidad del tejido» se pueden distinguir al tacto dos categorías de lesión osteopática:
- Pérdida de elasticidad activa, alerta neurológica aumentada con reacción defensiva de los tejidos: bloqueo neto, lesión osteopática marcada.
- Pérdida de elasticidad pasiva, menor vigilancia neurológica con baja reacción defensiva de los tejidos: frenado[3], lesión osteopática poco significativa.
Las lesiones osteopáticas pueden compararse con los volcanes; algunos están apagados (lesión pasiva) y otros pueden entrar en erupción (lesión activa).
La lesión osteopática activa solo se produce en seres vivos[4]

 

 

[1] Lo que podría provocar una perturbación (limitada o creciente) de la movilidad de las estructuras afectadas.

[2] De forma aguda o crónica, de bajo ruido.

[3] Bajo el dedo, el practicante siente un frenado progresivo a la puesta en tensión y no un bloqueo neto. Este tipo de fijación suele ser adaptativo.

[4] El rigor mortis corresponde a un enraizamiento pasivo: no hay lesión activa en un muerto.

 

El diagnóstico osteopático

El diagnóstico osteopático de la lesión total, de las lesiones dominantes y de la lesión primaria[1] se basa en dos técnicas originales: el test de puesta en tensión y el test de balanza inhibidora.

 

 

 

El test de puesta en tensión

El test de puesta en tensión consiste en aplicar una carga suave y precisa a una determinada estructura para apreciar su elasticidad.
No hay movilización ni «escucha» de la estructura, sino simplemente una evaluación directa de la flexibilidad de los tejidos.
El test de puesta en tensión da inmediatamente tres respuestas posibles:
1) Flexibilidad de los tejidos (normalidad)
2) Resistencia moderada (lesión pasiva)
3) Bloqueo neto y marcado que marca la lesión osteopática verdadera (lesión activa)

 

Así, con el test de tensión, el terapeuta percibe al mismo tiempo un parámetro de naturaleza física (la pérdida de elasticidad del tejido) y un parámetro de naturaleza reflejo (la reactividad del tejido).
La distinción entre resistencia activa y pasiva permite hacer una preselección de las lesiones encontradas para mantener solo los bloqueos realmente significativos[2].
En función del objetivo buscado, los test de puesta en tensión se ofrecen en varias variantes: test de presión, de tracción, de circunducción o de compresión.
Los test de tensión que proponemos han demostrado ser objetivos, fiables y reproducibles[3]. Esta objetividad del test de tensión da credibilidad al diagnóstico osteopático. Por otra parte, el sujeto también siente perfectamente los diferentes puntos de bloqueo de los que es portador cuando el terapeuta los señala. El hecho de que los pueda encontrar, sin interrogatorio y únicamente gracias al examen, lesiones antiguas y a menudo olvidadas siempre sorprende al paciente[4].
Debido a que son rápidos[5], precisos y cómodos, los test de tensión del EMO tienen la ventaja de poder ser realizados en gran número. Por ejemplo, es posible hacer una evaluación detallada de toda la columna vertebral y del tórax posterior en cuestión de minutos con un diagnóstico jerarquizado de todas las lesiones osteopáticas presentes[6].

 

[1] Para la explicación de estos términos véase el artículo El Enlace Mecánico Ostopático : los fundementos.

[2] En promedio, un paciente puede presentar entre 10 y 15 lesiones activas. Si se añadieran todas las fijaciones pasivas, este número superaría ampliamente la cincuentena. Se comprende rápidamente la necesidad práctica de una preselección de las lesiones.

[3] Reliabilitätsstudie über die Befunderhebung der Wirbelsäule nach der Methode der Lien Mécanique Ostéopathique, Claudia Hafen-Bardella, Ostéopathe M Sc DO. Burgdorf, November 2009.

[4] Y al mismo tiempo, le da confianza en el tratamiento que va a recibir.

[5] En comparación con otros procesos de evaluación de osteopatía, como los test o pruebas de movilidad o los test de escucha tisular, que requieren más tiempo para su ejecución.

[6] El examen completo del paciente requiere unas 500 test básicos (a las que se pueden añadir hasta 200 test opcionales si es necesario). Un gran número de test se realiza de forma simétrica y bilateral, lo que ahorra tiempo. Para un profesional experimentado, el examen general requiere de 15 a 20 minutos y entra en el tiempo normal de una consulta (sobre todo porque el tratamiento será muy corto).

 

 

El test de balanza inhibidora

El test de balanza, la segunda etapa de nuestro examen después del test de tensión, consiste en comparar entre sí las lesiones osteopáticas diagnosticadas para definir las que merecerán ser tratadas.
Para ello, el terapeuta realiza una puesta en tensión ligera y simultánea de dos fijaciones. Se crea inmediatamente un reflejo: una de las dos lesiones se relaja bajo la mano, mientras que la otra resiste[1]. El test de balanza inhibidora requiere un tacto más sutil y ligero que el test de tensión[2].
Esta jerarquización de las lesiones permite establecer una selección entre las lesiones dominantes (las más reactivas) y las secundarias (las menos reactivas). La lesión que presenta el mayor grado de resistencia activa, es decir, la más «perturbadora» del esquema lesionado, se considera la lesión primaria.  Esta será, por supuesto, la lesión a tratar primero[3]
En la práctica, se distinguen dos etapas en el procedimiento de selección de las lesiones.
- La jerarquización de las diferentes lesiones dentro de cada unidad funcional (espina, periférica, visceral, cráneo, etc.) para determinar la más activa: la lesión dominante de la unidad funcional en cuestión[[4].
- La jerarquización entre ellas de las diferentes lesiones dominantes de cada unidad funcional (espina, periférica, visceral, cráneo, etc.) para determinar la más activa de ellas: la lesión primaria (es decir, la dominante de las dominantes).

 

 

[1] Sobre las hipótesis del mecanismo fisiológico que explica el test de balanza inhibitoria, leer : Inhibitory Tests as Assessment Tools for Somatic Dysfunctions; Mechanisms and Practical Applications, 2020 Bicalho et al. Cureus.

[2] La educación de la mano debe pasar aquí por una formación adecuada. Ver artículo Enseñanza EMO.

[3] El final del diagnóstico (lesión primaria) coincide con el inicio del tratamiento (la primera lesión que debe corregirse).

[4] Es posible tener una unidad funcional que no presente ninguna lesión, o solo una. En ambos casos, por supuesto, no hay que hacer un test  de balanza inhibitoria.

 

El tratamiento osteopático

Se reconoce inmediatamente a un practicante del EMO porque utiliza para el tratamiento osteopático una técnica de corrección muy particular, asombrosa, y que parece un poco «mágica»: ¡el Recoil! Aquí presentamos esta técnica poco conocida y a menudo mal entendida.

 

El Recoil

 

La palabra recoil viene del inglés " recoil " que significa rebote, retiro rápido. El origen del término puede ser confuso porque, como vamos a explicar, ¡no se trata de hacer rebotar la estructura!
Hoy sabemos que A.T. Still utilizaba a veces una técnica cuya descripción correspondería al recoil, una técnica que algunos sucesores (A. Becker, R. Miller) retomaron ocasionalmente, pero que finalmente cayó en el olvido[1].
Paul Chauffour desarrolló en los años 70 una técnica original que consiste en inducir un impulso de muy alta velocidad contra la resistencia de los tejidos. El recoil se realiza de una manera breve y muy rápida, pero, a diferencia del toggle Recoil o del Thrust, la amplitud del gesto es casi nula[2].
Se puede describir el Recoil en 3 tiempos:
1. Puesta en tensión con búsqueda del punto de máxima resistencia.
2. Impulso vivo y directo contra la barrera tisular.
3. Retirada inmediata de las manos para permitir que la vibración se propague.

 

El recoil actúa probablemente a nivel de los mecanorreceptores cuyas informaciones perturbadas mantienen la fijación de los tejidos, tanto localmente como a distancia (efecto gatillo).
El recoil combina ventajosamente la corrección estructural (acción mecánica) y la normalización funcional (acción neurológica) de la lesión osteopática. Cabe señalar que el concepto actual de biotensegridad justifica perfectamente todo el interés del recoil en una práctica osteopática moderna[3].
El recoil permite ajustar sin restricciones todas las estructuras del cuerpo humano: huesos y articulaciones, vísceras, arterias, nervios, etc.
El recoil es adecuado para todos los casos, desde el recién nacido hasta el anciano, desde el sujeto sano hasta el paciente con patologías graves.
Recordemos que el recoil no opera de manera mágica, ex Opere operato, sino únicamente si se aplica con buen criterio, es decir, sobre una lesión osteopática cuyo diagnóstico se haya efectuado correctamente. De ahí la necesidad de test de tensión tisular para identificar claramente las fijaciones a tratar.

 

 

[1] Chauffour P., Prat E., Michaud J., Enlace Mecánico Osteopático, arterias y sistema neurovegetativo, Prefacio Steve Paulus, Sully 2009.

[2].Podemos comparar el recoil con un golpe de karate que se detendría justo en contacto con la piel. Hay un ligero impacto, pero no hay empuje ni movilización de la estructura.

[3] «El Recoil reactiva el dinamismo de la arquitectura fascial de manera espectacular haciendo soltar las zonas de mayor rigidez; en otras palabras, desprogramando mediante un impulso mecánico y energético los desajustes tensiocompresivos que se habían instalado en ellas.» Tarento M., Biotensegridad, Fascias, Osteopatía, Sully 2021

 

 

 

 

Una alquimia de tres ingredientes

¡Puede parecer sorprendente para un osteópata limitar su caja de herramientas a solo tres técnicas!
De hecho, las tres técnicas descritas son más que suficientes porque se complementan maravillosamente.
- el test de tensión determina la resistencia del tejido para identificar la lesión osteopática.
- el test de balanza o de equilibrio compara la resistencia de los tejidos para priorizar las lesiones osteopáticas.
- Recoil rompe la resistencia del tejido para corregir la lesión osteopática.
El uso diario de las mismas técnicas tiene también la ventaja de ejercer continuamente la mano. Esta repetición diaria del gesto desarrolla así progresivamente la habilidad del osteópata para resolver todos los problemas que pueden planteársele en la práctica corriente.
Así, con solo tres técnicas, el practicante EMO dispone de un método osteopático a la vez único y notablemente completo, un método eficaz y aplicable a todos los pacientes, independientemente del motivo de consulta[1].
Por supuesto, aunque su asociación es ideal, no hay obligación de utilizar exclusivamente estas tres técnicas. Puedes integrar perfectamente el test de tensión, el test de balanza y/o el recoil en tu práctica osteopática habitual, como complemento de las demás herramientas que dispones. ¡ Puedes ver y elegir lo que más te convenga!

 

 

[1] Una « panacea » (du grec panákeia, con la raiz  pan - todo y  akos – remedio) en el sentido original del término: técnica de cuidados aplicable a todos.

 

Eric Prat DO